viernes, 17 de diciembre de 2010

“Los cristianos son los más perseguidos”

“Los fanatismos nunca se pueden justificar en nombre de la religión”, dijo
Benedicto XVI ha denunciado “con dolor” que los cristianos son ahora el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones por su fe, y ha exigido libertad en esa materia, afirmando que “negarla” significa generar un sociedad injusta.
Así lo ha manifestado el Pontífice en su mensaje con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, que se celebrará el 1 de enero de 2011, cuyo lema es “Libertad religiosa, vía para la paz”, presentado ayer por el cardenal Peter Turkson, presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz.
El Papa expresó su deseo de que en Occidente, especialmente Europa, “cesen la hostilidad y los prejuicios contra los cristianos, por el simple hecho de que intentan orientar su vida en coherencia con el Evangelio”.
Benedicto XVI señaló además que 2010 ha estado marcado, lamentablemente, por persecuciones, discriminaciones y terribles actos de violencia y de intolerancia religiosa.
Tras repasar la situación de los cristianos en Oriente Medio, Africa y Asia, especialmente, el Papa agregó que “se puede constatar con dolor” que los seguidores de Cristo son “actualmente el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones a causa de su fe, y abogó por un mundo en el que todos puedan profesar libremente su religión.
Hace también una defensa de la familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, y señala que es la primera escuela de formación y crecimiento de los hijos.
Benedicto XVI señaló que no debe haber obstáculos para adherirse a otra religión, y agregó que la libertad religiosa no es patrimonio exclusivo de los creyentes, sino de toda la familia de los pueblos de la tierra.
El Papa volvió a arremeter contra la “instrumentalización” de la libertad religiosa para enmascarar intereses ocultos, como por ejemplo la subversión del orden constituido, la acumulación de recursos o la retención del poder. “El fanatismo, el fundamentalismo, las prácticas contrarias a la dignidad humana, nunca se pueden justificar y mucho menos si se realizan en nombre de la religión. La profesión de una religión no se puede instrumentalizar ni imponer por la fuerza”, afirmó.

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