El Papa Benedicto XVI alentó a los católicos a centrar la propia vida en Dios, fuente de toda alegría, a ejemplo de la Virgen María que en el canto del Magnificat expresa su adhesión plena al Señor.
"Esta tarde –dijo– queremos dirigirnos al Corazón Inmaculado de María con renovada confianza, para dejarnos contagiar por su alegría, que encuentra su manantial más profundo en el Señor".
La alegría, continuó el Santo Padre es "fruto del Espíritu Santo y un rasgo distintivo del cristiano. Se basa en la esperanza en Dios, saca fuerzas de la oración incesante, permite afrontar con serenidad las tribulaciones".
"San Pablo nos recuerda: 'Sed alegres en la esperanza, pacientes en la tribulación, constantes en la oración'. Estas palabras del apóstol son como un eco del 'Magnificat' de María, y nos exhortan a reproducir en nosotros mismos, en la vida de todos los días, los sentimientos de alegría en la fe propios del cántico mariano".
El Magnificat es el canto de alabanza de la Virgen María luego de saludar a su prima Isabel, también encinta, en el Día de la Visitación que la Iglesia celebró ayer 31 de mayo.
"Este evento se caracteriza por la alegría que expresan las palabras, con las que la Virgen Santa glorifica al Todopoderoso, por las grandes cosas que Él ha cumplido mirando la humildad de su sierva".
Benedicto XVI explicó que "el Magníficat es el canto de alabanza de la humanidad redimida por la divina misericordia, que eleva todo el pueblo de Dios; Y, al mismo tiempo, es el himno que denuncia la ilusión de los que se creen señores de la historia y árbitros de su destino. Al contrario, María centró toda su vida en Dios, entregándose confiadamente a su voluntad y designio de amor".
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