martes, 13 de julio de 2010

'Libertad religiosa, vía para la paz', tema elegido por el Papa para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz 2011

El Papa Benedicto XVI ha elegido como tema central de la Jornada Mundial de la Paz 2011 la 'Libertad religiosa, vía para la paz', en un momento en que en el mundo se registran "formas de limitación o de negación de la libertad religiosa, de discriminación y marginación basadas en la religión, llevadas hasta la persecución y la violencia en contra de las minorías religiosas".
"La libertad religiosa es auténticamente tal cuando es coherente con la búsqueda de la verdad y con la verdad del ser humano. Esto nos ofrece un criterio fundamental para el discernimiento del fenómeno religioso y de sus manifestaciones", ha explicado este martes la Santa Sede.
En este sentido, ha señalado que "permite excluir la religiosidad del fundamentalismo, de la manipulación y de la instrumentalización de la verdad y de la verdad del ser humano". Así, ha indicado que todo lo que se opone a la dignidad del ser humano se opone a la búsqueda de la verdad, y "no puede ser considerado como libertad religiosa".
Además, el comunicado recuerda lo afirmado por Benedicto XVI ante la Asamblea General de las Naciones Unidas: "Los derechos humanos deben incluir el derecho a la libertad religiosa, entendido como expresión de una dimensión que es al mismo tiempo individual y comunitaria, una visión que manifiesta la unidad de la persona, aun distinguiendo claramente entre la dimensión de ciudadano y la de creyente".
En esta línea, el Papa ha destacado que "es inconcebible que los creyentes tengan que suprimir una parte de sí mismos, su fe, para ser ciudadanos activos". "Nunca debería ser necesario renegar de Dios para poder gozar de los propios derechos; los derechos asociados con la religión necesitan protección, sobre todo si se los considera en conflicto con la ideología secular predominante", ha añadido.
El Vaticano concluye afirmando que "el ser humano no puede ser dividido por aquello que cree" y apunta que "el rechazo a reconocer la contribución a la sociedad que está enraizada en la dimensión religiosa, privilegiaría un planteamiento individualista y fragmentaría la unidad de la persona".

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