domingo, 22 de agosto de 2010

“La exclusión es una injusticia que atenta contra la dignidad”

Dice lo suyo/ Monseñor Marcelo Colombo, obispo de Orán
“En las fiestas patronales el pueblo se recrea; es como si se expresara culturalmente, y volviera a escribir su historia”.
“Monse” Marcelo, como lo llama la gente de Orán, llegó a la ciudad el 28 de agosto del 2009, justo para las fiestas patronales. Para muchos de los que lo conocen, él actúa como un párroco a cargo de un territorio más grande que Tucumán, con doscientos cincuenta mil habitantes y apenas veinte curas. Se define un enamorado de la vida y por eso se opone a la legalización del aborto, pero exige políticas sociales que den continencia a las familias pobres. Sostiene que la exclusión social también es un atentado contra la vida y asegura que la Iglesia jamás segrega a una persona por ser homosexual. Y explica por qué cree en Dios y cómo la experiencia en la Fe se renueva a lo largo de la vida.
¿Le costó acostumbrarse a este traslado, desde el inmenso conurbano a nuestro norte salteño?

Me sentí como si siempre hubiese vivido acá. De entrada, me hicieron sentir como en casa.
¿Qué le llamó la atención en esta sociedad tan distinta a la porteña?

Me sorprendió la forma de vislumbrar a Dios. Dios no es un “alguien” para los salteños, sino el sentido de sus vidas. En mi primera Navidad en Orán fui a un asentamiento con casas pobrísimas y pesebres maravillosos, mientras rezábamos de rodillas junto a ellos. Experimenté un plus de dignidad que tiene que ver con lo religioso.
Nuestra región tiene una religiosidad ecléctica, donde aparecen rasgos de la cultura hispánica y las cosmovisiones precolombinas...

Me ha tocado convivir con comunidades y grupos en circunstancias muy diversas. Yo descubro una integración entre la evangelización y la promoción humana. Veo signos de compromiso real de la gente para superar desafíos como los que impone la exclusión de chicos, que son muchos, que quedaron afuera del trabajo y de la escuela. El estereotipo de una Salta conservadora, tan arraigado en el ámbito cultural porteño, no refleja la dinámica de la sociedad.
¿Replantea lo que se entiende por conservadorismo y progresismo?

A veces, detrás del progresismo hay actitudes autoritarias, que se limitan a etiquetar a los demás, y que suponen una regresión al pasado.
¿Cómo vive esta época posterior a la sanción del matrimonio entre personas del mismo sexo?

Creo que las etiquetas están en crisis. No puede ser progresista quien niega el disenso y el debate. Quien excluye al que no piensa como uno.
¿Hubo un ataque a la Iglesia?

Hay personas que desde hace mucho tiempo reclaman el matrimonio igualitario. Esa es una posición. En cambio, el ataque vino del lado de los partidos. Miguel Pichetto, por ejemplo, dijo lo que dijo y pudo decir todo lo contrario, si hubiese sido otra la opinión del gobierno. Pero a pesar de todo y por contraste, este debate ha despertado una conciencia de revalorización de la familia cristiana.
¿Cómo quedó la Iglesia luego de esta controversia?

Me queda una sensación amarga, porque el debate no tuvo en cuenta la opinión de la gente sino que estuvo dirigido a enfrentar a la sociedad con la Iglesia. Muchos quedaron con la idea de que la iglesia condena a una persona por ser homosexual, porque se intentó crear la imagen de una Iglesia retrógrada. Los homosexuales son hermanos a quienes no condenamos ni excluimos, aunque expresemos la necesidad de mantener la institución matrimonial en los términos que nos rigen hasta ahora, como una alianza de amor del hombre y la mujer. La Iglesia está llamada a la convivencia humana. Esto lleva implícito el respeto a la persona que vive, siente y piensa de un modo diferente. Todos estamos llamados al amor de Dios. Defender esta verdad no supone menosprecio ni discriminación.
¿Cuál es su opinión sobre la posibilidad de legalizar el aborto?

Me preocupa profundamente porque es antihumano, anticristiano y, sobre todo, porque esta contra la vida. Como cristiano, defiendo la vida no sólo en este tema del aborto, sino también frente a las políticas sociales que excluyen y frente a las injusticias en general. La exclusión atenta contra la dignidad humana. No sólo hay que cuidar la vida desde su concepción sino que debemos ocuparnos y preocuparnos por la pobreza, la educación pública, los mayores abandonados.... y como Iglesia no debemos estar ajenos a estos dramas que también son otra forma de atentar contra la vida. Cada día descubro situaciones familiares muy dolorosas, la mayoría producto de la crisis económica, y en esas familias encuentro un respeto sagrado hacia la vida.

Hoy, la gente que puede pagarlo, aborta con todas las garantías sanitarias, mientras que las mujeres pobres deben recurrir a cualquiera...

Es evidente, pero no alcanza para aceptar la legalización del aborto. Cuando hablo con mujeres que se han visto obligadas a abortar, encuentro en ellas el dolor por algo que no se perdonan a sí mismas. Es un drama muy fuerte, que no se debe frivolizar y que nos obliga a ayudarlas.
¿Cómo evalúa el uso de métodos anticonceptivos?

La medida para aprobarlos o no es que no sean abortivos. Esa es la cuestión de fondo. El concepto de paternidad responsable es que las personas tengan los hijos que deseen y que puedan educarlos. La clave es el amor por la vida.
Voy a preguntarle algo que nadie le debe haber planteado. ¿usted cree en Dios?

Le agradezco la pregunta. La Fe es una lucha día día, en el mundo en que vivimos. No es el mismo Dios el de la infancia que el de la madurez. Creo en Dios y trato de asumir las consecuencias de lo que eso supone.
¿La gente tiene necesidad de Dios?

La necesidad de Dios está presente en todos los ámbitos, pero también creo que hay una nueva forma de religiosidad; una inquietud por recuperar tradiciones y construir nuevas síntesis.

¿Qué opina sobre la educación religiosa en los colegios?

Que es educación religiosa y no católica. Este tema me llevó a un profundo diálogo con pastores de otras iglesias y la conclusión es que debemos preparar a los maestros para lograr una educación religiosa que trabaje con Dios como centro del universo. Creo que no es bueno negar la realidad de la religiosidad. Hay un punto de encuentro cristiano donde se salvaguardan los derechos de todos. Queremos una educación religiosa para todos y que maestros de otras religiones puedan entrar a las aulas.

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