La primera sesión de trabajo entre el Vaticano y la Fraternidad de San Pío X se desarrolló en un "clima cordial, respetuoso y constructivo", según dio a conocer la sala de prensa de la Santa Sede a través de un comunicado.
El encuentro, que duró unas tres horas, se celebró en el Palacio del Santo Oficio, sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y es el primero de una serie de reuniones con las que el Vaticano y la Fraternidad de San Pio X se proponen resolver las cuestiones doctrinales pendientes.
En un comunicado oficial, la Santa Sede informó de que "probablemente", estos encuentros "tendrán lugar cada 15 días". En ellos, "se examinarán las cuestiones relativas al concepto de Tradición, al Misal de Pablo VI", que es el que se utiliza a partir del Concilio Vaticano II, y a la "interpretación" de este último.
Asimismo, se tratarán los temas relativos a "la unidad de la Iglesia" y los "principios católicos del ecumenismo", así como a "la relación entre el cristianismo y las religiones no cristianas y a la libertad religiosa". "A lo largo del encuentro, también se precisaron el método y la organización del trabajo", detalla el comunicado de la Santa Sede.
Por su parte, el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, aseguró que con el inicio de estos coloquios "se entra en una nueva fase en las relaciones" entre Roma y los lefebvrianos, según declaró a los periodistas.
En cuanto a la decisión de que los encuentros tengan una frecuencia bimensual, consideró que ello demuestra la voluntad de que las negociaciones avancen "con decisión" y "ritmo intenso".
El superior y cabeza de la delegación lefebviana, monseñor Bernard Fellay, consideró "difícil" preveer el tiempo que durarán las negociaciones, concretando que en el Vaticano se habla "al menos de un año", dato que no fue confirmado, en cambio, por Lombardi.
Los lefebvrianos, nombre con el que se conoce a la Fraternidad de San Pio X fundada por el arzobispo francés Marcel Lefebvre tras romper con Roma, no aceptan parte de las enseñanzas del Concilio Vaticano II.
La institución cismática rechaza la reforma litúrgica introducida por este Concilio. Sin embargo, el aspecto más grave es su postura contraria al diálogo con las demás religiones, aspecto que ahora debería estar dispuesta a cambiar si quiere volver a la unidad con la Iglesia católica.
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